Para mantenerse a salvo del coronavirus hay que tener en cuenta, dicho sin excesiva exactitud, que el mecanismo principal de infección es la inhalación directa del aire exhalado por alguien que esté infectado. Contaminarse a través de dicho mecanismo es muchísimo más probable que hacerlo a través de superficies contaminadas.
La exhalación de microgotas contaminantes puede tener lugar a través del estornudo y la tos -sucesos poco frecuentes- pero también el habla y la respiración enérgicas. Tales microgotas permanecen muchos minutos flotando en al aire quieto antes de dispersarse o caer sobre las superficies, mientras que la capacidad contaminante de las microgotas que flotan en el aire (aerosol) puede extenderse por horas. Eso explica por qué -a pesar de respetar costumbres higiénicas como lavarse las manos y no tocarse la cara- tantas personas resultan contagiadas tan sólo por estar un breve tiempo cerca de personas infectadas.
De esto se deduce que, en caso de no poder respetar el aislamiento absoluto, que es la única medida absolutamente eficaz en cualquier epidemia, se ha de tener en cuenta lo siguiente:
- La única medida segura es evitar inhalar directamente lo que ha salido de la garganta de los demás, de lo que se deduce que el único medio de protección seguro en cualquier circunstancia es una mascarilla, sea del tipo que sea. Cuanto más eficiente sea la filtración de la mascarilla y cuanto mejor se ajuste al rostro, menos probabilidad de contagio, pero usar cualquier mascarilla es infinitamente más seguro que no usarla. Asimismo, en caso de estar infectado, usar una mascarilla de cualquier tipo reduce sustancialmente la cantidad de microgotas dispersadas en el ambiente y, por tanto, la probabilidad de infectar a los otros.
- En espacios cerrados y de poco volumen -como despachos, ascensores, salas de reuniones, pasillos y medios de transporte- no tiene mucho sentido hablar de distancia de seguridad. Tales espacios cerrados son peligrosos incluso tiempo después que haya estado allí alguien contaminado. La única protección en tales casos es usar cualquier tipo de mascarilla a fin de reducir la cantidad de microgotas inhaladas. Una medida que atenúa el riesgo de contagio es facilitar la circulación de corrientes que renueven el aire, conectando tales espacios con el exterior. Eso ayuda a dispersar la nube de microgotas, a diluirla hasta concentraciones prácticamente inocuas.
- Cualquier otra medida, como lavarse frecuentemente las manos con soluciones virucidas -desde lejía, alcohol o agua oxigenada hasta desengrasantes simples como el jabón-, descontaminar con tales soluciones los objetos que hayan podido estar expuestos a contaminación -como lo que pueda adquirirse en el comercio o lo que haya sido manipulado por otros anteriormente- y ducharse y lavar la ropa no bien se llegue a casa, tras haber estado durante horas en ambientes frecuentados por otros seres humanos, son muy recomendables pero nunca comparables en eficacia a evitar por todos los medios el respirar lo que haya estado poco tiempo antes en el sistema respiratorio de otro ser humano.
Aunque no se conoce aún la dosis contaminante del coronavirus, hay un hecho que es obviamente cierto: cuanto menos cantidad de unidades activas de virus consigan entrar en contacto con las células de nuestra faringe o de nuestro sistema respiratorio, más probable es que nuestra respuesta inmunitaria sea la adecuada para evitar que se desarrolle la enfermedad o, al menos, para que ésta sea leve. Si prestamos atención a lo antes explicado, probablemente no conseguiremos evitar infectarnos con el coronavirus, pero seguramente superaremos la infección con síntomas leves y seremos, a su vez, vectores poco eficaces infectando a los demás.
Lo aquí explicado se fundamenta parcialmente en las siguientes fuentes de información:
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